Y es que han pasado 18 años desde que esta banda, allá por
el año 1993 empezara su andadura por las salas de la ciudad con un estilo que a
muchos les sonaba caduco o poco comercial y a otros seguramente cosas peores
que tampoco está bien detallar. Pero los que disfrutamos y veneramos el ritmo
de este estilo tan endiabladamente marchoso, a veces también queremos movernos cuál
The Mack de extrarradio. Y es que este disco consigue ambas cosas. Por un lado
un estilo de funk relajado, cercano al acid jazz más noventero pero puramente
orgánico, y por otro, ese groove infeccioso propiedad de aquellos que saben cómo
hacerlo para no caer en la copia, el plagio o la simple mediocridad. Y es que a
estas alturas de la película, cada vez es más difícil conseguirlo.
El disco se abre con “Teapot”,
un impresionante medio tiempo donde el rhodes se apodera del tema de una forma
prácticamente mágica, como si se dejaran llevar sin florituras ni añadidos
superficiales. Después nos metemos con “Bingo Lingo” uno de esos temas de los
de ir por el coche mirando con cara de chungo a cualquier que se atreva a
meterse con el alerón de tu Ford Escord (me rio yo de Xzibit y sus televisores
en el maletero) con un último minuto y medio simplemente magistral, al más puro
estilo Funkadelic, pero con más elegancia si cabe. Más tarde llega el frenesí
funk con “Everybody Is Getting Down”
dónde aquí ya nos deslizamos por la moqueta de la casa (si es tarima flotante
mucho mejor, serás una reencarnación de Cab Calloway) como si nos dejaramos la
vida en ello, porque tus talones el día siguiente pedirán el día libre. Y luego
“Yes”, tema dónde el Groove y sobre
el bajo y la sección de vientos demuestran su potencial y ponen la carne en el
asador en este acid jazz que recuerda a las mejores composiciones de Brand New
Heavies. En el siguiente corte, “K
Cheese” es el hammond dónde gana la partida a la sobriedad de los
anteriores temas para meter un gol que me recuerda a Funkxplosion, como si no
hubiéramos salido de ese tugurio de mediados de los 70 y quisiéramos tomarnos
nuestro último Pilé 43 antes de irnos a casa sin que la pelirroja en la que te
fijaras hiciera algún ademán de querer hablar contigo (y mira que es difícil de
por si encontrar alguna).
Para la segunda parte del disco, empezamos con esa
aproximación blaxploitation llamada “Black
Cat” que parecen sacadas de una oscura película setentera con Fred
Williamson o Pam Grier repartiendo galletas Fontaneda por doquier, con unos
vientos apabullantes otra vez, para un riff de guitarra empiece la función del
que, para un servidor, es uno de los temas del disco, cosa complicada viendo el
nivel de todo el conjunto, “Check Five”,
una mezcla perfecta entre los JB’s y los primeros Kool & The Gang. Y cuando parece que no nos pueden deparar más
sorpresas, ahí llegan los dos últimos platos: “Tap The Time”, dónde otra vez parece que la banda se coordina para
llevar el tema dónde quieren, directo al movimiento de cuello para provocar una
tortícolis crónica, y “Tasting” que
vuelve a empezar con una guitarra de cierto aire espacial para dejar paso a que
la voz de Cris López diga lo que todos pensamos, que estamos ante uno de los
grupos emblema del funk español, unos verdaderos currantes del groove que han puesto el broche de oro a 18 años de conciertos, de salas pequeñas y medianas,
de cambios de miembros y, por encima de todo, de sabiduría negra para
mostrarnos como nos lo montamos por el sur de Europa. Porque, como reza el nombre
de la banda y el anuncio de una conocida marca de pizzas catalanas, hay que cuidar
lo nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario